La nueva forma de facturación que ha comenzado el 1 de abril está generando muchas dudas y preguntas por parte del consumidor y limitaciones en aspectos como el cambio de compañía en cuanto a la comparación de tarifas eléctricas.
Este cambio en el cálculo afectará de forma directa o indirecta a prácticamente a todos los consumidores de nuestro país.
La nueva fórmula de cálculo
Este nuevo sistema se calcula sólo para una parte de nuestro recibo. La tarifa eléctrica está integrada por varios componentes, uno de energía que sirve para cubrir los costes de la generación y que se fijaba tras el resultado de subastas, otro los denominados «peajes de acceso» determinados por el Gobierno y que cubren los costes regulados (distribución, transporte, las primas a renovables y a la cogeneración..) y un tercero que son los impuestos.
Con este nuevo sistema se cambia la forma en la que se determina el precio del primer tramo que supone aproximadamente el 38% del recibo. Con este cambio se pasa de utilizar las subastas CESUR como referencia a fijarse día a día, teniendo en cuenta el precio mayorista (pool). En este mercado se casan la oferta y demanda de los productores y comercializadores de la electricidad mediante una subasta diaria en la que el precio puede fluctuar de forma importante. Por ejemplo, los días más fríos del invierno y de más calor en verano son los de más demanda de electricidad y por tanto los de una energía más cara. Para el resto de los componentes, peajes e impuestos, el gobierno seguirá fijándolo y con ventaja, ya que desde 1 enero de este año se contempla que se regularicen esta parte si se produce una desviación de los costes previstos del sistema eléctrico.
La aplicación del mismo también variará. Si el usuario tiene contador inteligente, que mida el consumo por horas, en su factura mensual vendrá desglosado cuánto consumió en cada momento y qué precio tenía el kilovatio en ese preciso instante, según su cotización en el pool. Aunque cada día hay una subasta, el precio varía a lo largo de la jornada. Por las mañanas y a última hora de la tarde hay más demanda y la energía es más cara, mientras en la madrugada es el momento de menor demanda y por tanto se usa las fuentes de energía más baratas y el precio es inferior. Con todo ello el sistema permite que quien tenga un contador digital medir y cobrar hora a hora quien no tenga pagará por la media diaria.
¿Esperamos o buscamos otra tarifa?
Esta es una de las grandes cuestiones. Una de las grandes ventajas de esta tarifa está en teoría en la discriminación horaria que puede permitir realizar ciertas tareas de gran consumo eléctrico como poner en funcionamiento lavadoras o lavavajillas en horas nocturnas de menor precio. Pero al conocer este precio a posteriori las posibilidades de ahorro se limitan y lo que va a encontrar el consumidor es un recibo confuso que seguramente lleve en poco tiempo a que las empresas comercializadoras lancen nuevas tarifas.
Desde un principio el Gobierno ha dejado la puerta abierta para que los usuarios se acojan a las futuras ofertas que, se supone, harán las eléctricas, con una especia de tarifa plana para un periodo de tiempo (generalmente un año) para pagar lo mismo por cada kilovatio, independientemente de los resultados de las subastas. Lo normal es que sea algo superior a la media de la tarifa para que la empresa cubra posibles oscilaciones al alza. La posibilidad se contempla pero lo más probable es que tarden unos cuantos meses hasta que veamos, comparemos y analicemos estas nuevas condiciones.